sábado, 25 de marzo de 2023

Mis dilemas con el islam



Irshad Manji es una escritora canadiense de origen pakistaní, nacida en Uganda, lesbiana, musulmana y una de las pocas voces que se han atrevido a criticar al islam sin miramientos. De niña en su madrasa y de adulta en su profesión de periodista. No es fácil criticar al islam, como bien nos explica Irshad la doctrina islámica es un bloque estanco que no admite flexibilidad alguna en sus normas. Y para una mente inquieta, nacida y educada en el islam, supone estar dándose cabezazos contra una pared constantemente. Y mucho más si esa mente se halla instalada en el cuerpo de una mujer. Como también explica muy bien en sus libros Ayaan Hirsi Ali, el islam necesita una reforma urgentemente, en especial cuando gran cantidad de musulmanes pretenden vivir en occidente. 

Este artículo es un resumen de las principales ideas que expone Irshad respecto a la religión en la que fue criada, y de la que se considera en todo momento partícipe.


“Un momento, ¿no tenemos dinero? ¿o no tenemos líderes que sepan usar el dinero para lo que es necesario?”
en efecto, uno de los motivos que siempre tienen en la boca quienes pretenden que occidente financie al islam, sea en los propios países islámicos o en Europa, EEUU, etc, es lo pobres que son los musulmanes. Craso error. Los musulmanes pobres lo son a causa de sus corruptísimos gobiernos, que nos cobran el petróleo a precio de oro y se lo gastan en vicios y terrorismo mientras mantienen a su propia gente pobre, analfabeta y tremendamente manipulable para usarla con fines perversos. Terrible para el mundo musulmán, el chollo del siglo para sus depravados gobernantes.


“La sed de mártires es una pasión dominante que consume”
el islam valora mucho más a un mártir que a un ingeniero. Poco más que añadir.


“¡Abajo América! pero no hasta que se gradúe mi hijo”
aquí hay que explicar que la sociedad islámica, como buena teocracia, se basa en el socialismo más radical, acérrimo y violento si hace falta; sus líderes son gente fanáticamente socialista y que aplican el socialismo de manera fanática en nombre de Dios. Y claro, mientras como buenos líderes socialistas despotrican del capitalismo y los EEUU, sus hijos van a universidades privadas, se curan en hospitales privados, invierten en empresas privadas, etc. Todo ello claro está, en occidente. En esa sociedad perversa contraria a sus ideales islámicos y que pretenden destruir.


“No podemos achacar nuestros peores males a EEUU, el cáncer empieza dentro de nosotros”


“Como el origen de las desgracias que afligen a los musulmanes de todo el orbe no se encuentra en Israel ni en EEUU ¿estará acaso en el islam? ¿será acaso el islam el opresor de la creatividad, el dinamismo y la democracia?”
al hilo del punto anterior, cuando los musulmanes se trasladan a vivir a occidente traen con ellos el islam y por tanto siguen siendo alienados, atrofiados y fervientemente antidemócratas. Digo “siendo” y no “estando” porque siguen siendo musulmanes, y como bien se plantea Manji ninguna democracia occidental puede curar esa forma de ser si uno no abandona el islam. Pero claro, echar la culpa a Israel y EEUU es mucho más fácil que abandonar el islam, y es la opción que suelen escoger los musulmantes, incluso los que viven en Israel y EEUU.


“Supongamos que no estamos realmente unidos por la fe en Dios, sino por la sumisión a una cultura determinada”


“El sistema democrático imperante en el mundo no es apropiado para esta región. El sistema electoral no tiene lugar en el credo islámico”
Rey Fahd de Arabia Saudí
el islam, como buena teocracia, incompatible con democracias y DDHH.


“¿Pueden explicarme por qué ninguna otra religión genera tantos terroristas y tantas transgresiones de los derechos humanos en el nombre de dios? ¿Y pueden explicar esto sin dedos que señalen a todo el mundo salvo a los musulmanes?”


“Nunca hemos necesitado del occidente opresor para oprimirnos solos”


“Hay otro feudo que está preparado para demostrar las posibilidades de reformar el islam: los musulmanes de occidente. Contamos con el lujo de ejercer las libertades civiles, sobre todo la de expresión para cambiar las tendencias tribales ¿estamos sacando partido de esa libertad?”


“Aunque los musulmanes no sean más que el 5% de la población, perciben el 40% de las ayudas sociales. Tema preocupante, porque cuando el Estado subvenciona la vida de la gente que crea problemas, ésta dispone de tiempo para organizarse y llevar a cabo sus planes”
esta última frase es la más sublime de todo el libro


La escritora Irsham Manji


“Yeor acuñó la palabra “dhimmitud” para describir la ideología del islam de sana discriminación contra judíos y cristianos”
La dhimmitud es la obligación que tienen los no musulmanes de pagar la yizia, un impuesto extra a los musulmanes por su propia protección (es decir, para que los musulmanes no les maten). También es la excusa en base a la cual nos explican siempre lo benevolentes que fueron los musulmanes turcos con los judíos sefardíes expulsados de España por los reyes Católicos. Y es cierto, les acogieron con mucho amor y mucha codicia, sabedores de que los judíos de aquella época, al igual que los de hoy en día, son gente inteligente, con iniciativa, formada en profesiones difíciles y lucrativas, que igual que sacan agua del desierto son capaces de crear riqueza allá donde ponen un pie. Los turcos y otros musulmanes de la época, al contrario que los torpes Isabel y Fernando,  supieron sacar partido de ello y acogieron a los judíos para que pagaran su reglamentaria yizia, que no era ni es moco de pavo. Vamos, que a cambio de no matarlos les exigían trabajar casi gratis para los musulmanes.

Uy, he dicho “no era ni ES moco de pavo”, que lapsus… pues no, no tanto. Muchos europeos presuntamente racistas hemos notado la gran diferencia que existe entre inmigrantes de distintos orígenes en lo relativo a su disposición a trabajar. Por ejemplo entre chinos y musulmanes. Y no es casualidad, se debe a la dhimmitud. Los musulmanes asumen que todos los europeos, como cristianos (seamos cristianos o no) estamos obligados a pagarles la yizia en forma de ayudas sociales, por lo tanto no se sienten en la obligación de trabajar, cotizar, pagar impuestos y esas cosas, y muy pocos están dispuestos a hacerlo. Sólo con que no nos pongan bombas en los trenes, ya deberíamos conformarnos

-“oiga, pero es que además de vez en cuando ponen bombas en los trenes”
-“ése no es el verdadero islam, son una minoría”
-“ya pero el Corán dice… sura 2 aleya 191…
-“está mal traducido”
-“lo ha traducido un catedrático de estudios árabes”
-“está mal interpretado”
-“y eso ¿por qué me lo está explicando usted a mí y nadie se lo explica a los terroristas”
-“son una minoría radical que no practica el verdadero islam”
… y así hasta que las ranas crien pelo. Yizias a tutiplén y bombas en los trenes.


“A través de nuestra chillona autocompasión y nuestros llamativos silencios, los musulmanes estamos conspirando contra nosotros mismos”


“En todo caso, deberíamos estar agradecidos a los judíos en lugar de odiarlos”
y esto nos lleva de vuelta a una de las grandes contradicciones de los musulmanes que tiene lugar en Israel. Los musulmanes quieren vivir allí porque es un país del primer mundo, con servicios públicos que funcionan y sobre todo con DDHH para toda la población. Pero a la vez quieren destruir Israel porque está hecho por judíos, y nadie se da cuenta de que Israel proporciona ese nivel de vida precisamente porque está hecho por judíos. Ningún musulmán que viva en Israel, repito, NINGUNO, se va a vivir a Ramallah, a Gaza o a cualquiera de las ciudades bajo Autoridad Palestina que funcionan en la práctica como un estado musulmán. Las posibilidades de sacar partido a la tierra son exactamente las mismas que en Israel, pero la diferencia en la calidad de vida es abismal y nos la resaltan cada vez que pueden los progres oenegistas europeos: “mirad lo bien que viven en Israel y lo pobres que son los palestinos, están oprimidos”. Sí, están oprimidos, por sus propios gobiernos y a causa del islam.


“Era como si no hubiese ocurrido nada antes de que apareciera el islam”
los musulmanes suelen creer que inventaron la rueda, pero es normal que lo crean visto que en las escuelas islámicas no se estudia historia como tal, sino que el mundo empieza con el nacimiento de Mahoma. Y a partir de ahí el Corán, ya está. Claro, luego dicen que ellos estaban en Palestina antes que los judíos y se quedan tan panchos.



Éste libro no es obviamente el único que he leído sobre el islam, sea a favor o en contra, y todos me han hecho llegar a la conclusión de que la mejor actitud hacia el islam es rechazarlo total y categóricamente. Pero entiendo que para una mujer nacida musulmana sea tremendamente complicado, y por eso entiendo a Irshad Manji. Para empezar podrían matarla sin despeinarse, y en todo caso debería renunciar a una identidad muy arraigada, a sus lazos familiares, a casi todo su pasado. Ya se ocupa la doctrina islámica de que abandonar el islam sea muy difícil. Es por eso que Irshad habla como musulmana, se sigue sintiendo musulmana pese a todas las críticas y el rechazo que expresa. Como ya hizo Ayaan Hirsi, también hablando como musulmana, aboga por una reforma radical del islam, una utopía muy deseada por algunos musulmanes y por casi todos los occidentales, pero prácticamente imposible de llevar a cabo. El objetivo final del islam es que toda la tierra sea musulmana (por las buenas o por las malas, como decía Bin Laden) y para ello se radicaliza cada vez más, en especial en occidente. Es cuestión de tiempo que el velo y la sharia sean obligatorios en Europa, y es cuestión de voluntad política impedirlo. Nosotros veremos lo que hacemos.