martes, 30 de diciembre de 2014

El nombre de la rosa

“In omnibus requiem quaesivi, et nusquam inveni nisi in angulo cum libro”
En todas partes busqué el descanso, y sólo lo hallé en una esquina, con un libro.




El nombre de la rosa es una novela profundamente filosófica y de Umberto Eco. Glups y más que glups. Pero también es una novela policíaca, una novela sobre libros, una novela sobre frailes y monasterios, una novela sobre la inquisición, una novela sobre el amor humano y el divino, una novela sobre nombres y rosas que sin lugar a dudas vale la pena leer.

“El Señor me concede la gracia de dar fiel testimonio de los acontecimientos que se produjeron en la abadía cuyo nombre incluso conviene ahora cubrir con un piadoso manto de silencio…”

La novela transcurre en el siglo XIV, y comienza con el anciano fraile Adso recordando los terribles hechos que acontecieron en su juventud cuando acompañaba a su mentor, Fray Guillermo de Baskerville, y a éste le fue encomendada una misión en una abadía perdida entre las brumas.

“El bien de un libro consiste en ser leído”.

La novela continúa con unos asesinatos y termina con alguna que otra reflexión filosófica de lo más profunda, pero fácil de entender aún para el profano. No, no es un spoiler, la reflexión filosófica hay que descubrirla leyendo el libro. A por él, amigos lectores.

“Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus”
De la primera rosa, solamente nos queda el nombre.

viernes, 5 de diciembre de 2014

El Proyecto Esposa

“El síndrome de Asperger no es ningún defecto, es una variante. Y potencialmente una gran ventaja.”


Como diría el protagonista de la novela, ¡vivan los aspis! Y además, esta no es una novela más sobre el Síndrome de Asperger, ¡es una novela que podría haber escrito el mismísimo Sheldon Cooper!

Desde luego cuando algo se pone de moda, sea un síndrome o un sombrero, prolifera en todas partes, y últimamente proliferan las novelas cuyos protagonistas tienen síndrome de Asperger. No quisiera frivolizar con algo que es considerado una enfermedad y quizá su sufrimiento como personas no compense la imagen adorable que dan como personajes, pero desde luego como personajes se les llega a coger mucho cariño, por lo divertidos y buenazos que son. Es el caso de Don Tillman, apuesto genetista de 39 años, que un día se entera de que los hombres casados viven más y son más felices, y decide buscar una esposa. Eso sí, a su peculiar manera, lo de perder el tiempo teniendo citas con mujeres, pues no le va.


“¡Un cuestionario! Un instrumento científicamente válido que incorporase las mejores técnicas actuales para cribar a las malgastadoras de tiempo, las desorganizadas, las exigentes con los sabores de helado, las susceptibles al acoso visual, las pitonisas, las lectoras de horóscopos, las obsesas de la moda, las fanáticas religiosas, las veganas, las espectadoras de deporte, las creacionistas, las fumadoras, las analfabetas científicas y las homeópatas.”

Debo decir que la idea me encantó y en el caso de que Don Tillman existiera en realidad, me alegró constatar que cumplo todos los requisitos del cuestionario, aunque tendría que pedir algo de flexibilidad en cuanto a los Juegos Olímpicos y las Flores de Bach, pero por lo demás, ¡soy perfecta! Y es más, también podría volver la situación a la inversa y utilizar el cuestionario en mi provecho para buscar la pareja ideal para mí. Si así fuera, incluso suprimiría algunas preguntas y dejaría su versión resumida en alguna menos de las dieciséis páginas por las dos caras del modelo original del autor. Me considero capaz de identificar a un pitoniso al primer vistazo, sin cuestionario. Y a un vegano mucho antes.

“Creo que Gene opina que tengo una libido anormalmente baja. No es verdad; lo que ocurre es que no estoy tan dotado como él para expresarla de un modo socialmente adecuado.”

¡Ay, la libido, cómo nos pierde! Bueno, en realidad lo único que pierde un poco a “El proyecto Esposa” son sus últimas cien páginas. No voy a desvelar el final pero tampoco sería ninguna maldad, a mitad del libro ya sabes de sobra como va a terminar y cuanto más se acerca ese final, más se diluye la gracia del personaje y el interés del libro. Aún así las primeras 200 páginas valen la pena de sobra como para leerlo, por lo tanto lectura más que recomendada y diversión más que garantizada.

“Me diagnostiqué sobrecarga cerebral y abrí una hoja de cálculo para analizar la situación.”