viernes, 11 de enero de 2013

La tournée de Dios

Y uno, ni guerrero ni pacifista, piensa con la seguridad de ser el único que acierte: “las guerras son una ley, como la gravedad o la atracción de las masas, y habrá guerras siempre, mientras el Mundo sea Mundo.”

Éste es un libro divertido. Con ese humor tan peculiar, tan español del que hace gala Jardiel Poncela en casi todas sus obras.

Un día Dios tiene la genial idea de bajar a la tierra, se le aparece al Papa, le comunica sus intenciones, y se lía parda. Esto es España y que se note. La verdad es que ha habido momentos en que me partía de risa, pero el motivo de reseñar este libro no es que sea divertido (que lo es), el motivo es el discurso que da Dios casi al final, cuando unos periodistas consiguen entrevistarlo en persona. Sin perder el tono de la novela... francamente, si Dios existe debe estar totalmente de acuerdo con las palabras que el autor pone en su boca, y son de todo menos bonitas. Da que pensar.

Una foto del cachondo autor
Porque las mujeres sensibles saben de sobra que las gentes, al contemplar un embarazo en su cenit, no piensan con lágrimas en los ojos: “he ahí una santa dama ungida por la ley divina de la maternidad”, sino que piensan con una sonrisa en los labios: “hace nueve meses, esa individua estaba bastante más divertida que ahora.”

martes, 1 de enero de 2013

Las voces del desierto

Marlo Morgan no tenía edad ni talante de aventurera, pero la realidad se le impuso...


...y de qué manera. Tanto que decidió compartir con el mundo su experiencia de vida junto a los aborígenes australianos escribendo este pequeño pero impactante libro. Como ella bien dice, “lo importante es el mensaje” porque las vivencias, a poco escéptico que seas, resultan francamente increíbles. Antes de la página 40, la autora relata que estuvo junto a toda la tribu caminando unas tres horas descalza sobre spinifex, y yo abrí los ojos como platos. ¿Spinifex? ¡lavirgensanta! yo en medio minuto me habría echado a llorar y a suplicar que me devolvieran a mi casa... pero Marlo no lo hizo, y después de tres meses de experiencias similares, nos dejó en su libro algunas perlitas, como éstas:

Spinifex, planta espinosa australiana muy usada en terapia floral.
“Cuando se usa la voz para hablar, uno tiende a enredarse en pequeñas conversaciones innecesarias y menos espirituales. La voz está hecha para cantar, para loar y para sanar.”

“Me dijeron que todo el mundo tiene múltiples talentos y que todos podemos cantar. La cantante que hay en mi interior no desaparecerá, aunque yo no honre ese don porque crea que no sé cantar.”

Así que cuidemos nuestra voz mediante el bálsamo del silencio, hablemos por telepatía (va en serio) y utilicemos nuestra voz sólo para cantar. Cómo me llegó y entendí esta frase, yo que cuando canto exploto de sentimientos. No sé si me estoy perdiendo algún talento oculto y desconocido, pero desde luego atreverse a cantar es una bendición de la vida, por la que siempre mostraré agradecimiento. Y en el momento más oportuno llega este libro y me toca el punto G del alma... impresionante.

“Los seres humanos no pueden existir si eliminan todo lo que es desagradable en lugar de comprenderlo. Cuando llegan las moscas, nos rendimos a ellas.”

Y no están hablando de las cuatro moscas que nosotros espantamos en verano. Marlo habla de “una especie de armadura negra y movible” y dice que “era inevitable que comiera y respirara moscas”. Toda una prueba de valor y aceptación, que ella misma define como lo peor que tuvo que soportar. Pero lo soportó.

“Todos los encuentros con otras personas son experiencias y todas las experiencias son relaciones para siempre... si te alejas con malos sentimientos en el corazón hacia otra persona y ese círculo no se cierra, se repetirá más adelante. No lo sufrirás una sola vez, sino una y otra hasta que aprendas.”

“Ellos creen que sólo las emociones tienen una verdadera importancia: se quedan grabadas en cada célula del cuerpo, en el núcleo de personalidad, en la mente y en el ser eterno.”

Y parece ser que los últimos experimentos en psicología confirman al teoría de estos aborígenes presuntamente salvajes y que no han visto en su vida un zapato, pero que ya sabían desde hace miles de años lo que la ciencia ha descubierto hace cuatro días: el cerebro es una materia plástica, movible, y es modificado en su estructura fisiológica por cada emoción y cada vivencia que experimentamos.

“La tribu cree que no somos víctimas al azar de una mala salud, sino que nuestro cuerpo es el único medio que tiene nuestro nivel superior de conciencia para comunicarse con nuestra conciencia personal. Con su declive, el cuerpo nos da la oportunidad de mirar en derredor y analizar las heridas que son realmente importantes y que hemos de reparar: las relaciones en crisis, las  brechas abiertas en nuestro sistema de valores, los tumores amurallados del miedo, la fe erosionada en nuestro Creador, las emociones insensiblizadas que impiden el perdón, y tantas otras cosas.”

“Las cosas que admiras en ese individuo son cualidades propias a las que deseas darles preeminencia. Los actos, la apariencia y el comportamiento que no te gustan son las cosas de ti mismo sobre las que necesitas trabajar.”

Lección de humildad en toda regla, más claro agua. Pongámonos a ver el pajar en el ojo propio antes que la brizna de paja en el ajeno...

Aborigen australiano tocando el digeridoo
“Pero también tuve ocasión de experimentar nuevas composiciones, música que componían precisamente porque yo estaba allí. Me dijeron: del mismo modo en que el músico busca la expresión musical, la música del universo busca ser expresada.”

“Un músico lleva la música en su interior. No necesita un instrumento específico. Él es la música.”

“El único modo de superar una prueba es realizarla. Todas las pruebas a todos los niveles se repiten siempre de un modo u otro hasta que las superas.”

“Intercambiamos lo que parece ser una forma universal de despedida entre amigos verdaderos, un abrazo.”

Así dijo adiós Marlo a los aborígenes, que no hablaban inglés y cuya lengua apenas llegó a entender. Se fue, regresó a la "civilización" y escribió el libro que, de verdad, no tiene desperdicio. 

Y por si eso fuera poco, de nuevo Australia aparece en mi vida... se impone viajecito ¡ya!