viernes, 21 de julio de 2023

Vidas arrebatadas, los huérfanos de ETA

“El espanto que provocó el atentado de Hipercor fue de tal calibre que los propios terroristas se dedicaron después a difundir teorías sobre que ellos avisaron a tiempo de la explosión. Como si fuera posible exculparse de meter semejante cargamento de muerte en el aparcamiento de un hipermercado”




Zaragoza, 11 de diciembre, 1987. Alrededor de las seis de la mañana. Nadie que la haya visto podrá olvidar nunca la imagen de Silvia Pino siendo rescatada de los escombros de la casa cuartel de la Guardia Civil. Silvia, de siete años, en brazos de un bombero, en pijama, ensangrentada. Muerta. Ella fue una de los cinco niños que murieron ese día, y sus padres fueron dos de los seis adultos. Sus dos hermanos mayores, de once y trece años, pudieron ser rescatados vivos.


“Todo el mundo se estremecía ante unos ataúdes blancos ¡cómo no compadecerse de aquellas familias rotas! pero a continuación todo el mundo se desentendía de la durísima vida que emprendían los supervivientes”


A los dos niños Pino, ETA les arrebató su infancia, su familia, su salud mental y la posibilidad de vivir una vida como la de todos los demás niños. Pero las instituciones, la cobardía de los políticos frente al terrorismo y la sociedad que les tocó vivir les arrebataron aún más cosas. De ETA no se podía esperar más que sangre y muerte, pero el abandono que sufrieron por parte de quienes deberían haber procurado su bienestar dejó una huella tan profunda en los hermanos, como el foso de diez metros que quedó en el lugar donde alguna vez estuvo su casa.


De la casa familiar sólo quedó en pie una pequeña parte de la habitación de los niños. En la foto se puede apreciar el cabecero de una de las camas, y el colchón suspendido en el aire. Ahí permanecieron los dos hermanos, heridos y aturdidos, hasta que los bomberos les rescataron


Muchos años después, Víctor y Jose Mari han sido capaces de contar su historia y la de su familia, guiados por Pepa Bueno. Una historia terrible y conmovedora, que nunca debería ser olvidada.


“Yo les diría a los familiares de los etarras encarcelados: ‘disfruten de ellos, que tienen la suerte de tenerlos vivos. Nosotros no. A nosotros su familiar encarcelado nos juzgó y nos condenó. Nos condenó al dolor eterno”