martes, 18 de diciembre de 2012

Crímenes

“Friedhelm Fähner había sido toda su vida médico de familia en Rottweil.... a decir verdad, no había mucho que contar de la vida de Fähner. Hasta que ocurrió lo de Ingrid.”

“El hombre que los recibió fue amable. Les mostró en la pantalla de un móvil los últimos minutos de vida de Pocol y Wagner, se disculpó por la calidad de la grabación y los invitó a los tres a tomar un pastel.”


Crímenes perversos, divertidos, inimaginables, ridículos, imposibles... incluso algunos no-crímenes. Ferdinand Von Schirach, abogado penalista, se basa en todos sus años de experiencia para contar los casos más curiosos y más llenos de humanidad con los que se ha encontrado. Porque en muchos de ellos, uno acaba simpatizando más con el asesino (o presunto asesino) que con la víctima. O con el atracador a quien la cajera del banco define como “mucho más educado que la mayoría de mis clientes”. Curioso este libro, curioso sin duda alguna. Porque ya ni los crímenes son lo que parecen.

“Y entonces, de repente todo estaba clarísimo. La solución llevaba cuatro meses en el sumario. Era tan simple que no pude evitar reírme. Nos había pasado a todos por alto.”

domingo, 9 de diciembre de 2012

La ciencia de Los Simpson

“Exactamente en el minuto seis del primer episodio de la serie animada más duradera de la televisión, “Los Simpson”, la ciencia ya hace acto de presencia.”


Por sorprendente que parezca.

No, “Los Simpson” no es solamente una serie de humor, no es solamente una serie de ácida crítica social (a veces me pregunto cómo es que los puritanos de los yankis no la censuraron hace tiempo), también es una serie culta, muy culta. El personaje de Lisa es toda una enciclopedia, pero incluso el trompo de Homer y el gamberro de Bart hacen a veces guiños a la ciencia y la cultura. De manera inconsciente por su parte, claro está.

Todos los guionistas de la serie son licenciados en Harvard, y varios de ellos en carreras de ciencias. Los cabrones se lo pasan pipa haciendo el guión de la serie, y metiendo en las escenas aparentemente más simplonas y de forma casi subliminal, principios científicos que al profano dejan indiferente, pero que son auténticos toques de humor  para el que sepa algo de ciencias. ¿Quién se dio cuenta en su momento de que Maggie, jugando con su rompecabezas da una patada a la ecuación más famosa de la historia?


Marco Malaspina nos ayuda a entender esas pequeñas pero intensas pildoritas de ciencia   salpicadas por los capítulos de su serie favorita, tanto a los profanos como a los científicos despistados. El libro es corto, ameno y muy interesante, así que altamente recomendable. El propio dibujo de la portada ya da una idea de ese universo en forma de rosquilla y de sus humanos amarillos, con quienes tantas veces nos hemos partido de risa, pero que en el fondo va a ser que no son tan tontos.


Por cierto, una curiosidad. Cada vez que aparece un “cameo” de un personaje famoso, y no son pocos, es el propio personaje, el real, quien pone voz a su dibujo animado en la versión original en inglés. ¿Os imagináis a Bill Clinton en un estudio de grabación, doblando a su personaje mientras éste habla con doble sentido de la política del partido demócrata y de felaciones extramatrimoniales? Pues parece ser que sucedió... una muestra más de la valía de los guionistas y del gran éxito de esta serie, que lleva ya veintipico temporadas ininterrumpidas.

Imprescindible para fans, y muy interesante para el resto, “La ciencia de Los Simpson”, de Marco Malaspina.

martes, 27 de noviembre de 2012

La mandolina del capitán Corelli


“Si se toca fuerte suena marcial y hosco, un acorde para guerrileros y partisanos. Pero si se acaricia es un acorde de infinita y anhelante melancolía. Pelagia está triste, yo toco un acorde de re menor”
 
 
 
“La mandolina del capitán Corelli” es un libro agridulce, y sin duda uno de los más bellos que he leído nunca. Tiene momentos tiernos, divertidos y durísimos. Habla de la guerra y del amor, de la inocencia, de la esperanza, de la invasión y la resistencia, de los seres humanos de todo tipo, y de cómo se adaptan para convivir en situaciones difíciles. Y sobre todo habla de música, de LA MÚSICA. Todo un cocktel de emociones en compañía del capitán Corelli, de Pelagia y de muchos otros personajes, tan difíciles a veces como entrañables. Por favor, olvídense de la horrorosa película que protagonizaron Penélope Cruz y Nicolas Cage, presuntamente basada en esta novela. Odio el cine holliwoodiense, pero es que se lo ganan a pulso.

Y después de respirar hondo, disfrutemos de algunas de las perlitas literarias de la pequeña gran obra de arte que es este libro de Louis de Bernières.

Descubrimiento de una oreja:
“... se había visto obligado a gritar su encargo al oído de la muchacha, comprobando en ese preciso instante que se trataba de una espléndida y atractiva oreja juvenil, que clamaba a voces ser mordisqueada de noche bajo un árbol en una calle oscura.”

Hablemos de amor:
“Sin embargo, mirando aquel cuerpo pálido, ensangrentado, desvalido como un gusano, supo que no era precisamente un cuerpo lo que uno amaba.”

“Eso sólo es enamoramiento, cosa que puede pasarle a cualquier idiota. El amor propiamente dicho es lo que queda cuando el enamoramiento se extingue, lo cual es un arte y tambien un afortunado accidente”


Y cómo no, hablemos también de guerra. Palabras de un capitán ficticio, pero capitán al fin y al cabo, haciendo toda una declaración de intenciones:
“La guerra es estupenda hasta que alguien muere. La guerra es una cosa maravillosa. En película y en los libros”

La sabiduría de Pelagia:
“... la convicción de Pelagia de que los hombres no saben distinguir entre valentía y falta de sentido común”

Qué grande y qué listo  es Antonio Corelli hablando de política:
“Lo trágico radicaba en que éste era un paso más en el aciago camino que estaba convirtiendo al comunismo en la Mayor y Mas Humana Ideología Jamás Puesta en Práctica Incluso Cuando Estaba en el Poder, o quizá La Más Noble Causa que Haya Atraído Jamás el Mayor Número de Gamberros y Oportunistas.”

Y he dejado lo mejor para el final. Cuando el ejército italiano invade Cefalonia, la hermosa y cándida isla griega, a sus habitantes les sienta como una patada y se resisten a ello. Pero la invasión se hace larga, los italianos tambien son humanos y los griegos bastante pacíficos, tanto que a veces los papeles entre ellos se confunden. Pelagia es griega, Corelli es italiano, se conocen, se odian, se recelan, comparten casa por obligación junto al doctor Iannis, se dan cuenta de que tienen cosas en común, Corelli deleita a Pelagia y al doctor con un concierto para mandolina tras cuarenta y cinco compases y medio de espera, Pelagia empieza a sentir simpatía por el zumbado y noble Antonio, un día salen los dos juntos a buscar caracoles y pasa esto:
“Tomó dulcemente..........................”

mmmm, me lo he pensado mejor y no voy a destripar el que creo que es el fragmento más bello del libro. Prefiero dejar con la curiosidad al lector interesado, creo que estas dos frases se disfrutan más si ya has conocido durante páginas a Pelagia y a Corelli. Ya me contaréis si tengo razón ;-)

Por cierto, el libro está descatalogado desde hace tiempo, me ha costado dios y ayuda comprarlo de segunda mano. Es una buena excusa para visitar la Biblioteca Pública que os quede más cerca y cogerlo en préstamo ¿no?
 
Una preciosa mandolina



domingo, 4 de noviembre de 2012

En el país de la nube blanca





En el siglo XIX era muy común que jóvenes muchachas europeas emigraran a Nueva Zelanda para casarse con un hombre desconocido, con el que sólo habían intercambiado algunas cartas. Total, como dice una de las protagonistas, en Inglaterra también les aguardaba un matrimonio sin amor, así que las más inconformistas o las más descontentas con su situación en Europa, se lanzaban a la aventura. Al fin y al cabo, Nueva Zelanda necesitaba mujeres en edad de procrear, y ellas necesitaban un marido.  ¡Así era el siglo XIX, chicas!

El intercambio epistolar lo gestionaban las esposas de sendos reverendos protestantes, uno en Inglaterra y otro en Nueva Zelanda y eran ellas quienes elegían al azar qué pretendiente se asignaba a cada mujer interesada en el tema. Como es de suponer, no todas corrían la misma suerte, y lo que se encontraban allí después de tres meses de viaje en barco, en ocasiones era bien distinto a lo que esperaban.

Fotograma de la película "El Piano"
Por otra parte, los colonos afincados en Nueva Zelanda también necesitaban sirvientas, y la brillante idea de las señoras reverendas fue enviar  para tal cometido a niñas de los orfanatos. Así se ahorraban alimentarlas, y la suerte que corrieran las pequeñas en las antípodas les importaba un pito, ellas las metían en el barco y adiós. Si es que no idearán cosa buena...

Esta es la historia de Godewind, Helen y las seis pupilas de esta última, contada de manera impecable por Sarah Lark. El libro se lee de un tirón, y a mí me recuerda mucho a la película “El piano”, aquella que escribió y dirigió Jane Campion en los años 90 y que se llevó varios Oscars.

He echado de menos más referencias a la cultura maorí, pero puesto que la historia va de los colonos europeos, espero que en la segunda y tercera parte de la trilogía (“La canción de los maoríes” y “El grito de los kiwis”) se remedie tal carencia. Y si son como la primera, desde luego aparecerán por este blog, prometido.

Paisaje de Nueva Zelanda, con sus nubes blancas



domingo, 21 de octubre de 2012

En el poder y en la enfermedad

“Este libro ofrece testimonios convincentes de que el curso de la historia ha cambiado una y otra vez como consecuencia de la mala salud de los líderes mundiales”
Daniel Finkelstein, en The Times.




Y básicamente el libro trata este tema, la mala salud de los hombres y mujeres que han dirigido el mundo durante el siglo XX y parte del XXI. Han tomado decisiones que provocaron o evitaron guerras, han hecho frente a revoluciones, se han mantenido en el poder o lo han abandonado, han hecho públicas sus dolencias o las han llevado con el máximo de los secretos, han buscado y no siempre encontrado la complicidad de sus médicos a la hora de “disfrazar” los datos acerca de su salud. Todo ello aquejados de terribles dolencias físicas o psicológicas, y sufriendo tratamientos muchas veces dolorosos, que no siempre dejaban intacta su capacidad de pensar y decidir con objetividad y buen criterio. Así ha ido el mundo...

He de decir que si no te interesa mucho el tema, el libro es árduo y está plagado de datos médicos y políticos, no siempre fáciles de aismilar para el profano. Su autor, David Owen, ejerció la medicina además de ser, en los años setenta Ministro de Sanidad primero y después de Asuntos Exteriores del gobierno de Gran Bretaña. Quién mejor para hablar de las enfermedades de los políticos de la época.


John F. y Jackie
Resulta llamativo el caso de John Fitzgerald Kennedy, sí, ese senador sonrosado y sanote que se casó con la guapa Jacqueline y llegó a presidente de los Estados Unidos. Aquejado de graves enfermedades desde que era prácticamente un bebé, ya en su juventud maquilló su expediente médico para poder alistarse en el ejército, y no dejó de paceder en su vida todo tipo de dolencias, algunas de ellas altamente incapacitantes, como el hipoadrenalismo y la enfermedad de Addison. Por si fuera poco, en 1943 sufrió un accidente marítimo en el que su espalda quedó gravemente lesionada, provocándole dolores que iban en aumento con los años. Es de imaginar la gran cantidad de medicación que tuvo que tomar durante toda su vida, con los efectos secundarios que esto conlleva.

A Kennedy parece ser que no le bastaba con su medicación, puesto que hay constancia de que además experimentó con drogas “recreativas”: cocaína, marihuana y LSD. Y por supuesto, su desenfreno sexual tampoco ayudaba. Mientras que su relación con Marilyn Monroe fue de dominio público y aceptada sin problemas por la inmensa mayoría de los ciudadanos, hubo dos relaciones en concreto que preocuparon seriamente a sus asesores: una de ellas con la “amiguita” de un capo de la mafia y otra con una mujer sospechosa de ser una espía de la Alemania Oriental. Y todo eso mientras tomaba decisiones de las que dependía el mundo entero. Las dos crisis polítcas más serias de su carrera, Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles Rusos en Cuba, las enfrentó coincidiendo con graves recaídas en su estado de salud, y aunque salió airoso de la crisis de los misiles, Bahía de Cochinos fue un auténtico desastre, del que el Presidente estuvo avergonzándose durante años.

Kennedy como presidente, fue una bomba de relojería, podría haber pasado cualquier cosa durante su mandato mientras tanto él como sus asesores, se esforzaban en ofrecer al mundo la imagen de un hombre sano, felizmente casado y padre de familia. Pero los pobres asesores debían de estar hasta las narices. No es de extrañar que exista la leyenda negra de que Lee Harvey Oswald, el hombre que le disparó en Dallas y que luego fue a su vez asesinado, no era más que un sicario del propio gobierno de los Estados Unidos.

domingo, 14 de octubre de 2012

La ciencia de Sherlock Holmes

“Aunque Sherlock Holmes haya sido un personaje ficticio, lo que podemos aprender de él goza de una consistencia real.”



Y en eso precisamente se basa la autora de este libro, en comentar casos reales desde la perspectiva forense e investigadora... de Sherlock Holmes. Confieso que he leído todas las aventuras de Sherlock, al menos todas las que he encontrado (y recuérdese que trabajo en una biblioteca); todas me han parecido geniales, pero si he de elegir una me quedo con la primera que leí, que también es la primera que escribió Conan Doyle sobre este peculiar personaje, “Estudio en escarlata”. Fue mi primer contacto con Sherlock y no pudo ser más apasionante. Junto al pasmado Watson, médico de profesión al igual que Conan Doyle, Holmes resuelve los casos a priori  más complicados de la manera más simple, para luego dar a su colega la obvia explicación que  nos deja a todos con la boca abierta. Me pareció delicioso un fragmento de “Estudio en escarlata”, donde nada más conocerse Holmes y Watson, este último enumera y valora los conocimientos que parece tener el primero sobre cada una de las ramas del saber. Lo he buscado para copiarlo aquí, pero creo que no lo copiaré y lo dejaré en el aire, por si alguien siente curiosidad y se decide a descubrir esa pequeña perla de la literatura que es “Estudio en escarlata”.

Sir Arthur Conan Doyle. Pensando.

“Ya conoce usted mi método, se fundamenta en la observación de menudencias.”
Sherlock Holmes a Watson, en “El misterio del valle de Boscombe”

Y volviendo al libro que nos ocupa, lo que hace E.J. Wagner en “La ciencia de Sherlock Holmes” no es más que comparar casos forenses reales, resueltos gracias a la pericia de los criminólogos que se ocuparon de ellos, con la manera en que Sherlock resuelve sus casos ficticios, todo ello de una manera entretenida y fácil de leer. Desde luego, la comparacion resulta sorprendente. A la vez da un repaso a los grandes criminólogos de la historia y a esta ciencia, que pese a ser fascinante y necesaria, no siempre goza del agrado del público. Su libro puede quizá alterar en algo dicho punto de vista. Eso espero.

martes, 21 de agosto de 2012

Antología poética de Miguel Hernández

Miguel Hernández, poeta, pastor y casi analfabeto, que sin embargo fue capaz de escribir cosas que encogen el alma, o te la abren de par en par, depende. Como su mejor presentación es su poesía, ahí va una pequeña muestra. Léase con detenimiento y deleite, por favor.

Miguel Hernández


A MI ALMA
Murmuran que hablo muy poco
alma los que nada saben
de nuestros largos coloquios.


NO MEDIA MÁS DISTANCIA QUE UN OTERO
No media más distancia que un otero
entre la ausencia mía y tu presencia
y sin embargo, amor, está mi ausencia
pendiente de tu puerta de romero.

Como muere, doliéndose, el cordero
destetado y sin madre ni asistencia,
así, de esta dulcísima dolencia,
de no verte estoy viendo que me muero.

Inútil es mi oreja sin tus voces,
inútiles mis ojos y mi pelo
hasta que tu amistad los coge y toca.

Mi mejilla se mustia sin tus roces,
mi paz de guerra está, mi amor de duelo...
¡A tanto obliga un beso de tu boca!


CANCIÓN DEL ESPOSO SOLDADO
He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los atúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.


LA BOCA
Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.

Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
dando a la grana sangrante
dos tremendos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado,
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.

Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.

¡Cuántas bocas enterradas,
sin boca, desenterramos!
Bebo en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.

Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.

He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.

Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Agnes Grey

“Me preguntaba por qué tanta belleza recaía en personas que tan mal uso hacían de ella, y se les negaba a otras que podrían emplearla en beneficio propio y en el de los demás. Pero Dios sabe lo que hace, pensé. Seguramente hay hombres tan vanos, egoístas y crueles como ella, y quizá este tipo de mujer sea el castigo que merecen.”




Señoras y señores, de nuevo con todos ustedes las hermanas Brontë. Esta vez es la pequeña de ellas, Anne, la menos conocida, la que menos éxito literario tuvo en su día, pero no por ello la que escribió obras de menor calidad, y “Agnes Grey” es una buena muestra de ello. Anne fue institutriz, y en sus experiencias se basó para escribir la historia de Agnes, al igual que su hermana Charlotte revivió en “Jane Eyre” los tormentos que sufrió en el internado. Lo sorprendente de la obra de las tres hermanas es que nunca salieron de un radio de unos sesenta kilómetros en la brumosa Inglaterra; que nunca tuvieron unos estudios, una ayuda familiar para ser algo en la vida. 

Anne Brontë

Hijas de un pastor protestante, relegadas al papel de mujeres solteronas, todo lo hicieron solas (incluso publicar sus primeras obras con seudónimos masculinos), mientras su hermano, el único varón de la prole familiar, dilapidaba el dinero de su padre en borracheras y putas. Y ellas, sin más medios que su talento lograron ser tres genios de la literatura y retratar como nadie las pasiones que nunca tuvieron oportunidad de vivir. Así de injusta es a veces la vida, y así de bien saben algunos seres humanos sobreponerse a ella. Señoras y señores, de nuevo con todos ustedes las hermanas Brontë. Que lo disfruten.

miércoles, 18 de julio de 2012

Marcelo en el mundo real

Eso se llama sarcasmo -digo. Aunque no tengo razón para enorgullecerme por haberlo identificado, me enorgullezco igual.
 
Marcelo es un chico especial que vive en su mundo. Y él lo sabe, sabe que padece autismo, pero un autismo tan leve que ni siquiera se considera Síndrome de Asperger. Vive en una cabaña, habla de si mismo en tercera persona, oye la música de Bach en su cabeza, memoriza los Salmos y adora los caballos. Pero hay un problema... el mundo de Marcelo es muy pequeño para vivir en él toda la vida, y su padre considera que a los diecisiete años ya es hora de salir.

Estamos hablando de un misterio que Jasmine podría ayudarme a resolver dado que, a decir de todos, es bella.


Y Marcelo es empujado de una patada al mundo real. Y menos mal que en él encuentra a la hermosa Jasmine, que sabe ver más allá de un chico  según todos “retrasado”; y menos mal que la hermosa Jasmine encuentra a Marcelo, que sabe ver más allá de una mujer hermosa porque no tiene la menor idea de lo que es para los demás una mujer hermosa.

Esta es la dulce historia de Marcelo, de Jasmine y del mundo real... visto con unos ojos distintos.

lunes, 25 de junio de 2012

Los miserables

“En el momento en que exclamaba “¡Soy un miserable!”, acababa de conocerse tal como era.”



Bueno, como es obvio he tardado bastante en actualizar el blog, y es que he tardado bastante en leer “Los Miserables”. Ha valido la pena, por supuesto, pero no es un libro que se lea rápido.

“La miseria de un niño conmueve a una madre; la miseria de un joven conmueve a una joven; pero la miseria de un viejo no conmueve a nadie, y es de todas las desgracias la más fría.”
 
Víctor Hugo
  
“Los Miserables” no es una novela, es LA NOVELA. O más bien el novelón, porque tiene 1742 páginas que se dice pronto. Se divide en cinco partes, cada una de ellas en varios libros... en fin, que es mejor no aprenderse el esquema y directamente disfrutarla. Porque Víctor Hugo es un autor detallista, metódico, que te lo cuenta absolutamente todo de cada personaje, de cada situación, de cada sentimiento. Hay pasajes sublimes, como la espeluznante muerte de Fantine; las dudas y circunstancias que asaltan a Jean Valjean cuando decide (o no) entregarse a la justicia y revelar su verdadera identidad, para que otro pobre diablo no cargue con sus culpas; el atrevido y pícaro rescate de Cosette de casa de los Thénardier; la entrada (y salida, y entrada) en el convento; el rescate de Marius de la barricada, y así todo. Momentos emocionantes a punta pala, y para los que somos de fácil emoción, una auténtica gozada.

“La señora Victurnien, cuando la veía pasar por debajo de su ventana, notaba la miseria de aquella criatura puesta gracias a ella en su lugar y se felicitaba. Los malos tienen una felicidad negra.”

De “Los Miserables” se han hecho series, películas, un musical y todos ellos están muy bien, pero ninguno puede igualar a la historia original, porque entonces durarían veinte horas, como las tetralogías de Wagner. En la última película, que se rueda actualmente, mi queridísimo británico Eddie Redmayne hace de Marius, y mi queridísimo australiano Hugh Hackman de Jean Valjean, así que ya sabéis quien estará en primera fila el día del estreno ;-) En cuanto al musical, lo vi en Londres hace unos años y salí flipando en colores. No, no tiene nada que ver con los pocos musicales que he visto en España, allí está mucho más afianzado el género, y no te ponen a un triunfito, ni a alguien conocido de alguna serie moñas, allí los cantantes eran impresionantes, incluso los que eran niños o adolescentes, que hay un par de personajes y tienen canciones solistas; la orquesta en directo; la interpretación genial; la escenografía increíble, vamos, que dura más de dos horas y se te pasan volando, que las entradas valen un pastón y cuando sales te ha parecido barato.
 
Eddie Redmayne como Marius

Volviendo a la novela, es una historia larga, cómo no iba a serlo con ese volumen, que abarca muchos años, muchos personajes; en la que se cuela la batalla de Waterloo que “pasaba por ahí” y que el autor aprovecha para contar muy en su estilo con todo detalle aunque tiene poco que ver con la historia de ficción; que tiene momentos entrañables, duros, pasionales, incluso hay quien dice que aburridos, porque las descripciones son tan exhaustivas que si no adoras a Víctor Hugo te pueden llegar a cansar. Yo recomiendo adorar un poco a Víctor Hugo y hacer un esfuerzo por no saltárselas, vale la pena.

Ambientada, cómo no, en París y alrededores, a veces la ciudad es la auténtica protagonista, descrita con todo detalle por el autor y con la pasión que le caracteriza. Viajar en el tiempo y en el espacio al París del siglo XIX, todo un privilegio para los lectores de “Los Miserables”. Tan detallista es Hugo, que no sólo dedica un libro entero a Waterloo, sino otro al “caló”, o idioma que hablan los delincuentes de París, otro a la descripción e historia del convento y otro a al alcantarillado de la ciudad.
 
Russell Crowe y Hugh Hackman como Javert y Valjean
 “Este libro es un drama, cuyo primer personaje es el infinito. El hombre es el segundo. En este supuesto, habiendo encontrado un convento en nuestro camino, hemos debido penetrar en él.”

Y qué decir de los personajes, del impresionante Valjean, del rebelde y tierno Marius, de la dulce Cosette, de la desgraciada Fantine, del estricto y rígido Javert, de los sinvergüenzas Thénardier, que sin embargo engendran a Eponine, cuyo triste y no correspondido amor por Marius acaba por enternecer, y en el musical fue descrito en una de las canciones más bonitas y desgarradoras, “On my own”. Todos ellos trabajados hasta la extenuación por Víctor Hugo, hasta que te hace conocerlos tanto que te parecen amigos, o enemigos, de toda la vida.
 

 


“Dio un grito de alegría. Una mujer puede ser vieja,  mojigata, devota, tía, pero siempre se alegra al ver entrar en su cuarto a un lancero.”

Más que recomendable, cuasi obligatoria la lectura de “Los Miserables”, la gran obra maestra de Víctor Hugo, de las letras francesas, de la literatura universal. Uno de esos libros que hay que leer, al menos una vez en la vida.
 
Cosette y Marius
 
“Amar o haber amado: basta. No pidáis más. No hay otra perla que buscar en los piélagos tenbrosos de la vida. Amar es una consumación.”

jueves, 24 de mayo de 2012

Pasión india

¡Qué mezcla más difícil la de Oriente y Occidente, como el agua y el aceite...!



Interesante, muy interesante saber que a principios de siglo XX hubo en la India una maharaní española.
 
Anita Delgado
 A la boda del rey Alfonso XIII, acudió el maharajá de Kapurthala, que por si esto no nos dice mucho, viene a ser el monarca absoluto de un pequeñísimo trozo del norte de la India, podrido de pasta al igual que todos los maharajás de alrededor y acostumbrado a conseguir lo que se le antojaba con un simple chasquido de dedos. Vamos, lo que viene siendo un tio asquerosamente rico en un país asquerosamente pobre. Cuando vino a la boda del monarca español, el maharajá tenía treinta y seis años. En una noche de juerga acabó en un tablao flamenco y allí se enamoró a primera vista de una de las bailarinas, Anita Delgado, de diecisiete. La chica venía de una familia muy humilde, y era bellísima, inculta, algo descocada para la época pero muy inocente; lo bueno es que tenía siempre cerca a su madre, doña Candelaria, consciente en todo momento de que la belleza y la virtud eran las únicas armas de su hija para ganarse la vida, y nada dispuesta a dejar que a la nena le arrebataran la segunda sin pasar reglamentariamente por el altar y por el juzgado.
 
El maharajá, esposo de Anita
El maharajá no pasó por el altar puesto que era de religión hindú, pero llenó a la familia de diamantes y otras joyas, los instaló temporalmente en París, se encargó de la educación y refinamiento de Anita, accedió a pasar por el juzgado y negoció personalmente con doña Candelaria las condiciones del matrimonio. La doña estaba encantada y la guapísima Anita muy satisfecha de haber encandilado nada menos que un maharajá. No sabía lo que era eso pero sonaba muy bien, y si a nadie le amarga un dulce, mucho menos las joyas, los vestidos, los sombreros, el champagne y el lujo del hotel parisino donde ella y toda su familia estuvieron instalados los meses previos a su boda. Y la boda se produjo, y Anita Delgado se fue a la India a vivir como maharaní, o esposa de su maharajá... y a partir de aquí hay que leer el resto de la historia, porque si bien puede parecer envidiable la suerte que tuvo Anita sin más mérito a priori que su belleza física, tampoco fue oro todo lo que acabó reluciendo en su vida, ni mucho menos... lo que se encontró en Kapurthala y el increíble final de la historia, en el magnífico libro de Javier Moro, “Pasión india”.

“Ha claudicado”, piensa Anita sin inquina ni rencor. Así es la vida en la India. Entre ella y su clan, ha optado por lo segundo; entre la locura y el sentido común, ha elegido el sentido común.

lunes, 30 de abril de 2012

Tumbaollas y hambrientos

“Cuando un pobre come jamón -observaba el pueblo, sentencioso- o está malo el jamón o está malo el pobre”


Curioso, muy curioso e interesante este ensayo histórico-culinario del buen yantar característico de los íberos a través de la historia, desde nuestros antepasados nómadas hasta los sibaritas de la nueva cocina de diseño tiquismiquis y más nombre que condumio. Con el sentido del humor y la exhaustiva documentación que le caracteriza, Juan Eslava Galán nos sorprende una vez más con un ensayo ameno, divertido y lleno de curiosidades. Por ejemplo, ¿quién sabe hacer una tortilla de patatas sin huevo y sin patatas? ¿de dónde viene la costumbre de aderezar la carne con más especias que carne? ¿qué le encontraban los romanos de sabroso a una salsa hecha básicamente de pescado podrido? ¿en qué consistía exactamente y por qué se llamaba así la “sopa boba”? Estas y otras respuestas en el próximo episo...digo..... en el libro “Tumbaollas y hambrientos” de Juan Eslava Galán.

jueves, 5 de abril de 2012

Las marismas

“Y en el peor momento, una joven novia desaparece de su propio banquete de bodas”

 
Sí, uno más de los autores nórdicos de novela negra que parece que nunca existieron y ahora están tan de moda. Pero éste me ha gustado especialmente y los he leído a todos (o eso creo). Por lo original del tema, por no pasarse de morboso ni de previsible, por ser islandés (aunque eso no es mérito suyo), porque la novela dura lo que tiene que durar: lo justo para interesar sin aburrir, porque no me cuadran personajes moñas en una novela negra y los personajes de ésta no lo son, porque la novela está bien escrita y es de las que te pican los ojos, vamos, que se lee de un tirón. Y porque sí, porque me ha gustado y la recomiendo. “Las marismas” de Arnaldur Indridason. Eso sí, los nombres de los personajes, ciudades, etc. son como el del autor y el del volcán aquel que una vez dejó a media Europa sin aviones, si no se intentan memorizar casi que mejor. Al final te acabas enterando de quien es quien. “Las marismas”. Arnaldur Indridason.

Mapa de Islandia

lunes, 26 de marzo de 2012

No digas que fue un sueño

“Por un amor que fue cualquier cosa menos simple. Egregia en todo es Cleopatra Séptima. En la plenitud del amor lo era, en su hundimiento lo es más todavía.”

Y menuda hembra debió ser la Cleopatra, poderío donde los haya. Para empezar llegó al trono de Egipto cargándose a varios de sus hermanos y casándose con el último de once añitos, cuando ella tenía veinte. Compartieron el trono varios años y al final se lo cargó también, cuando al ingenuo chaval se le ocurrió decir algo así como: “hermanita, si somos reyes los dos, yo también quiero tomar decisiones” y Cleopatra dijo: “perfecto hermanito, ¡que te corten la cabeza!” Mal aconsejado el chiquillo, muy mal aconsejado.

A partir de ahí Cleopatra, que ya se las sabía todas, utilizó las mejores armas que tenía para gobernar Egipto: su inteligencia y su capacidad de seducción, y ambas las utilizó muy, pero que muy bien. Gobernó Egipto de maravilla, con bastante menos derroche y más justicia que todos sus predecesores, fue una reina que amó a su pueblo y fue amada por él. En cuanto a la política exterior, Cleopatra conocía el idioma y las costumbres de las naciones vecinas, solía sorprender con ello a los embajadores que la visitaban, y mientras dominó las artes del amor y de la guerra, que fue durante casi toda su vida, pudo mantener a su país en paz y a salvo.

Cuando Cleopatra subió al trono, Roma era la nación imperialista de turno, que se estaba expandiendo a golpe de espada por todas sus fronteras, y rozaba ya Egipto. ¿Quién era el emperador de Roma y por tanto el hombre más poderoso del mundo? Julio César, un cincuentón calvito y feo que un día, al desenvolver un regalo de la reina de Egipto se encontró dentro de una alfombra al bombonazo de Cleopatra, de veintiún años, que se lo cameló con dos golpes de pestañas, se acostó con él esa misma noche, y salió de su cama embarazada del príncipe Cesarión y con un tratado de colaboración entre Roma y Egipto firmado por ambos, que garantizaba la no invasión del segundo por la primera. ¿Era lista la tía o no era lista?

Marco Antonio, interpretado por Manu Bennett
Ocho años después, cuando el poder en Roma pasó a Octavio y a Marco Antonio, Cleopatra cometió el único (y el mejor) error de su vida: sedujo al hombre equivocado. Aunque en realidad no fue un error político, simplemente la traicionaron las hormonas, se enamoró y ya sabemos todos que cuando habla el furor uterino, el sentido común se calla. Además, seamos serios, Octavio era un tirillas tontolculo y engomiado, mientras que Marco Antonio era un general curtido en mil batallas y palestras, y estaba muy, pero que muy bueno. Vamos, que no había color. Antonio y Cleopatra se enamoraron al instante, como dos adolescentes, e hicieron una ostentación de su amor completamente esperpéntica: se disfrazaban de dioses y copulaban en público; organizaban orgías con decenas de esclavos, en las que corría el vino y cada uno tenía un papel asignado que debía representar; desatendían los asuntos de estado (sobre todo Antonio) para viajar en su “Goleta del Amor” durante semanas...

Antonio, que estaría muy bueno, pero listo, lo que se dice listo no era demasiado, fue obligado por Octavio a dejar a Cleopatra y a casarse con su hermana Octavia, en un intento de ponerlo un poco firme. Lo hizo, y aquí comienza el magnífico libro de Terenci Moix, pero duró lo que se dice dos telediarios. Cleopatra era mucha hembra como para olvidarla fácilmente, y no tardó nada en volver junto a ella, lo cual le tocó bastante las narices a Octavio, tanto que, consciente de que Cleopatra no sólo gobernaba el lecho de Antonio, sino también Roma a través de él,  les declaró la guerra. Y claro, los dos tortolitos, mucho amor, mucho amor pero para guerras no estaban, y la perdieron en un plis

Antonio además de la guerra perdió la cabeza, se emborrachó, se clavó un puñal, gritó y lloró, quiso matar a todo el mundo. Él estaba hecho para ganar y no sabía qué hacer cuando se pierde una guerra, y menos contra el tirillas de Octavio. Cleopatra perdió la guerra pero no la cabeza, y decidió prostituirse una vez más por Egipto: dejó a Antonio moribundo, se envolvió en una túnica y se fue a ver a Octavio con la intención de seducirlo. No coló, por primera vez en su vida, no coló. Sus treinta y nueve años ya no eran los veinte con los que enamoró a César ni los veintinueve con los que la conoció Antonio, y además Octavio debía de odiarla a muerte porque bella aún era, inteligente aún era, buena estratega y gobernante aún era, y en vez de respetarla y ofrecerle un trato como era costumbre a todo rey vencido, Octavio la humilló sin contemplaciones, y pretendía llevarla al día siguiente a Roma encadenada para ser exhibida allí como un trofeo. Cleopatra le dijo que sí, agachó la cabeza, se fue al mausoleo de su palacio y esa noche montó su última escena de amor con Marco Antonio... y la Muerte como invitada especial.

La muerte de Cleopatra
Por cierto, el libro “No digas que fue un sueño” de Terenci Moix, cuyo título está sacado de unos bellísimos versos de Kavafis, ganó el premio Planeta en el año 1986, muchos antes de que se lo dieran a Carmen Posadas y yo desarrollara de manera instantánea una alergia tremenda a los premios Planeta. Ahora para leerme alguno me tengo que tomar antihistamínicos, ya no me fío ;-)

viernes, 16 de marzo de 2012

Yo, mi, me... contigo

-Ha sido un verdadero placer discutir contigo
-Gracias William, lo mismo digo”



Jo, qué suerte tiene la prota de este libro, ya me gustaría a mí hacer una regresión semifraudulenta con un artista de circo y acabar dentro del cuerpo de William Shakespeare ¡y compartiendo su mente! La mala noticia, y putada para la protagonista en este caso, es que la encarnación se produce en el momento exacto en que el pícaro de William se encuentra en pleno duelo a espada con Francis Drake (sí, el pirata) por un lío de faldas. No podía ser perfecto ;-)

El relato de cómo consiguen salir de ese apuro y de otros muchos es una novela divertidísima, como por otra parte era de esperar siendo de David Safier. Muy recomendables e hilarantes también sus “Maldito karma” y “Jesús me quiere”.

martes, 6 de marzo de 2012

Burlando a la Parca

“Todas las partes de este libro son ficticias.  Creer lo contrario, sobre todo en lo que se refiere a la información médica, sería muy desaconsejable.”


Un libro divertido, cruel, irónico y pese a la advertencia del autor en cuanto a la información médica, bien documentado.

Además es de los que me han obsesionado y compulsionado, vamos, de esos que no puedes parar de leer hasta que se acaba. El tema es de lo más original, yo nunca había conocido, literariamente hablando, a un médico exmafioso y experto en artes marciales, pero el personaje tiene su aquel, te empieza gustando y te acaba gustando más.

Altamente recomendable la lectura de “Burlando a la Parca” para los amantes de las novelas negras, de las novelas de médicos, de las novelas de humor, de las novelas en general. Altamente intenso y agridulce.

Hay una escena en el libro, de la que no voy a dar pistas para no destripar la lectura, que me impresiónó tremendamente, y aún estoy decidiendo si de placer o de repulsión. Ahí queda.

martes, 28 de febrero de 2012

Knock Out: tres historias de boxeo

“De modo que lo llamé, le puse los guantes y lo subí al ring. Prayne lo puso contra las cuerdas. Pero él resistió dos rounds durísimos y luego se desmayó. Estaba muerto de hambre, eso era todo.”




El amigo Jack London es un escritor especialista en la cruda realidad. Así como en “Martin Eden” nos pone los pelos de punta con la miseria y la desesperación; así como en “Colmillo blanco” nos estremece con la crueldad de la naturaleza en su estado más puro, en este libro, compuesto por tres excelentes relatos, nos habla del boxeo con toda su crudeza, sin ahorrar ni una gota de sangre ni un espasmo de dolor. No apto para señoritas victorianas ;-)

“Tenía el labio partido y le sangraba la nariz. Cuando volvió a trabarse en un clinch, los hilos de sangre, por su contacto con las cuerdas, se veían como estrías rojas en su espalda.”

 El boxeo es un deporte con frecuencia vilipendiado, del que la gente se suele quedar con el morbo de ver a dos personas pegándose, la sombra de la mafia controlando las apuestas y el juego sucio. Sin embargo el entrenamiento de los boxeadores es de los más completos que existen, y su forma física debe ser exquisita a la hora de enfrentar un combate. No se le hace justicia al boxeo si no se tienen en cuenta los sacrificios y privaciones que impone este deporte.

Las tres historias de Knock Out son tres puntos de vista con un hilo común, tres formas muy diferentes de ver el acto de ponerse unos guantes y subirse a un ring. Aunque las tres me han gustado mucho, personalmente me quedo con la segunda, “El Mexicano”.




La edición que he leído, de la editorial Libros del Zorro Rojo, tiene además la ventaja de estar magníficamente ilustrada por Enrique Breccia. Que la disfruteis.

domingo, 15 de enero de 2012

Aquel día, en la luna

“Va hacia la Luna... la Luna... quisiera que hoy nadie muriese”


“Quel giorno sulla Luna” en versión original. Lamento no haber encontrado nunca una edición de esta obra en español, ni siquiera sé si existe, pero para quienes conozcan la lengua italiana, vale la pena sin duda leer este interesante documento, a mitad camino entre la crónica periodística y la más pura pasión. La fascinación de Oriana por la luna queda patente en muchas de sus obras, pero en ésta, dedicada exclusivamente al descubrimiento íntimo de nuestro satélite, se desborda. Además de hacernos vivir el despegue como si estuviera sucediendo en el momento en que lo leemos, en vez de hace casi cuarenta y tres años, Oriana hace un relato detalladísimo de los tres hombres que emprendieron la aventura: Armstrong, Aldrin y Collins; de sus mujeres y sus hijos; de sus jefes; del proyecto espacial; de su entrenamiento y preparación; de cada momento transcurrido entre el despegue y el amerizaje tres días después; de los estudios posteriores que se realizaron acerca del material que los astronautas recogieron en la luna. Y me he enterado de cosas muy interesantes.
 
Por ejemplo, la Fallaci habla con bastante dureza de los tres hombres del momento, y desmonta completamente el aura de héroes del siglo en que se vieron envueltos. Nos descubre que eran militares de profesión, que habían participado en varias misiones en Vietnam, y que se limitaban a cumplir órdenes. Ninguno de ellos pidió ir a la luna, simplemente fueron elegidos para ello, y siguieron en todo momento las instrucciones que les dictaban desde Houston, y estas instrucciones incluian los aspectos más íntimos de su vida: cuándo  y qué debían comer, cuándo descansar, hacer sus necesidades, salir de la cápsula, cuántos pasos adelante y atrás... llegan a parecer robots.


Algo que me cabreó bastante es que la NASA, pese a que tomó algunas precauciones al respecto, no hubiera sido capaz de evitar la contaminación lunar de haberse producido. Si  Armstrong y Aldrin, los dos hombres que pisaron la luna, hubieran traido consigo alguna bacteria lunar a la tierra, y ésta hubiera resistido el periodo de cuarentena al que fueron sometidos tras el regreso, podría haber contaminado a la población humana con consecuencias imprevisibles. Sin comentarios.

Por cierto, los tres astronautas llevaban, junto con su alimentación semiliofilizada unas pildoritas que, de ingerirlas, les habrían producido una muerte instantánea en pocos segundos. ¿Para qué? ¿Quién iba a querer morir en la luna? Evidentemente nadie pero....  existía la remota posibilidad de que el motor de la cápsula lunar, la que se posó en el suelo del satélite, no volviera a arrancar tres días después de ser apagado, a la hora del regreso. Y un rescate, por razones obvias, habría sido imposible. La cápsula había sido probada montones de veces... en la tierra. Nadie podía asegurar que su motor pudiera encenderse con normalidad (o sin ella, pero encenderse) sin atmósfera y con una gravedad seis veces menor que en la tierra. Así que nuestros chicos iban bien equipados y preparados para lo peor. Eso sí, por parte de la NASA, dar a conocer este detalle supuso echar leña al fuego del espectáculo yanki que supuso la llegada del hombre a la luna, y al aura de heroísmo que quiso dar a sus hombres. Las pastillitas eran totalmente innecesarias y para demostrarlo Oriana Fallaci expone, en un párrafo absolutamente brillante, varias maneras de suicidarse en la luna, todas ellas inmediatas y sin sufrimiento. Poca utilidad para los pobres mortales que jamás pisaremos el Mar de la Tranquilidad, pero una muestra más de la enorme calidad periodística y narradora de mi querida Fallaci, frente a quien me quito, y siempre me quitaré el sombrero. “Lleno de cerezas”, a ser posible ;-)