domingo, 4 de noviembre de 2012

En el país de la nube blanca





En el siglo XIX era muy común que jóvenes muchachas europeas emigraran a Nueva Zelanda para casarse con un hombre desconocido, con el que sólo habían intercambiado algunas cartas. Total, como dice una de las protagonistas, en Inglaterra también les aguardaba un matrimonio sin amor, así que las más inconformistas o las más descontentas con su situación en Europa, se lanzaban a la aventura. Al fin y al cabo, Nueva Zelanda necesitaba mujeres en edad de procrear, y ellas necesitaban un marido.  ¡Así era el siglo XIX, chicas!

El intercambio epistolar lo gestionaban las esposas de sendos reverendos protestantes, uno en Inglaterra y otro en Nueva Zelanda y eran ellas quienes elegían al azar qué pretendiente se asignaba a cada mujer interesada en el tema. Como es de suponer, no todas corrían la misma suerte, y lo que se encontraban allí después de tres meses de viaje en barco, en ocasiones era bien distinto a lo que esperaban.

Fotograma de la película "El Piano"
Por otra parte, los colonos afincados en Nueva Zelanda también necesitaban sirvientas, y la brillante idea de las señoras reverendas fue enviar  para tal cometido a niñas de los orfanatos. Así se ahorraban alimentarlas, y la suerte que corrieran las pequeñas en las antípodas les importaba un pito, ellas las metían en el barco y adiós. Si es que no idearán cosa buena...

Esta es la historia de Godewind, Helen y las seis pupilas de esta última, contada de manera impecable por Sarah Lark. El libro se lee de un tirón, y a mí me recuerda mucho a la película “El piano”, aquella que escribió y dirigió Jane Campion en los años 90 y que se llevó varios Oscars.

He echado de menos más referencias a la cultura maorí, pero puesto que la historia va de los colonos europeos, espero que en la segunda y tercera parte de la trilogía (“La canción de los maoríes” y “El grito de los kiwis”) se remedie tal carencia. Y si son como la primera, desde luego aparecerán por este blog, prometido.

Paisaje de Nueva Zelanda, con sus nubes blancas



No hay comentarios:

Publicar un comentario