jueves, 8 de febrero de 2024

Las vírgenes suicidas

 “Las hermanas Lisbon convirtieron el suicidio en un acto familiar”


Como el título del libro ya es en sí mismo un spoiler, no hay problema en destripar el argumento: cinco hermanas adolescentes se suicidan. Pero lo bello y lo terrible del libro no es el argumento, ni el final: es la personalidad de las chicas, su mente y el efecto que causan en los chicos del barrio. De todo eso va la historia.


Lo primero que se percibe es el ambiente. Rancio, cargado, grisáceo, con olor a viejo y a polilla. Porque este libro desprende olor, la historia está tan bien contada que en algún momento sientes que estás oliendo ese otoño del barrio de los Lisbon, esos olmos con sus hojas podridas, la humedad del río y la lluvia, las tuberías deterioradas, las alcantarillas y muy en especial las hormonas, tanto de los adolescentes colectivamente enamorados, como de las hermanas Lisbon “todas sincronizadas en sus ritmos lunares” y en su melancolía adolescente.



“Supimos de esa cárcel que es ser chica, de los impulsos y sueños que genera y por qué acaban sabiendo qué colores combinan y cuales no”


“Nos dimos cuenta de que nuestros padres, hermanos y tíos nos habían engañado y de que ninguna chica jamás nos amaría por el simple hecho de sacar buenas notas”


La pasión que desatan las chicas Lisbon en sus vecinos y compañeros es brutal e irracional, como toda pasión adolescente. Los chicos las convierten en diosas, las veneran y en su ingenuidad se creen capaces de salvarlas. Ellas alimentan esa pasión mostrándose etéreas e inalcanzables, frágiles, espirituales, lunares… todas excepto Lux.



“Lux Lisbon era la única que encajaba con la imagen que nos hacíamos de las hermanas Lisbon. Irradiaba salud y maldad”


Porque mientras sus hermanas se muestran mansas frente al obligado recato impuesto por la madre y no ven más salida que el suicidio, Lux se rebela y se revela en vida, abraza la carnalidad salvaje como un náufrago abrazaría una tabla de madera en medio del océano. Lux utiliza los sentimientos que provoca en los chicos pero no está interesada en ellos, ni en los chicos ni en los sentimientos. Sólo grita con su cuerpo mediante la seducción, esperando que alguien oiga sus gritos alguna vez.


“… con la esperanza de ver aparecer a Lux, la persona vestida más desnuda que había visto en su vida”


“No hubo jamás una pasión que estuviera a la altura de aquel silencio de Lux, que lo desolló vivo”


La promiscuidad de Lux desquicia su madre, desagrada a sus hermanas y vuelve locos de amor a todos los chicos del pueblo, que se sienten conquistadores aunque toda su aportación consista en mirar ese tejado con prismáticos por las noches y soñar obsesivamente con Lux, deseándola como animales. Pero son adolescentes, y nada es comparable al éxtasis que produce una pasión no correspondida.



“La solución era tan sencilla que tardamos una semana en dar con ella. Las llamaríamos por teléfono”


“El orden presentado ofrece la progresión básica de nuestra conversación musical”


El encierro obligado de las chicas y el deseo de comunicación de sus amigos acaba resultando en una de las escenas más hermosas del libro: la conversación telefónico-musical. Sí, finalmente las llaman por teléfono, pero demasiado tímidos para establecer una conversación al uso deciden simplemente poner canciones en el tocadiscos, para que ellas las escuchen y puedan responder de la misma manera. El diálogo que establecen mediante las letras de las canciones resulta a la vez tierno, desesperado y cargado de sentimientos.



Pero el tema principal de esta novela sigue siendo el suicidio. Durante todo el libro no paras de preguntarte por qué. Por qué unas chicas bellas, populares y buenas estudiantes, sienten esa atracción colectiva e irresistible hacia el suicidio. Y no hay respuesta. El autor se recrea en una escena larguísima y desquiciante, en lo que parece ser un intento de fuga de las hermanas Lisbon ayudadas por sus amigos pero que acaba siendo una exhibición de voluntad suicida, un espectáculo para ellos orquestado por las chicas como una última llamada, ya no de auxilio o desesperación, sino de despedida. Ya no hay nada que hacer, y para que no quede ninguna duda el autor lo recalca haciendo que una de ellas sobreviva al intento sólo para retrasarlo unos días más y esta vez sí, conseguir acabar con su vida. Todas las hermanas Lisbon están muertas, y todos los chicos del barrio agonizarán de amor recordándolas durante años. 



“Casi veinte años después, Conley sigue peinándose el poco pelo que le queda con la raya marcada por la invisible mano de Bonnie”


“A fin de cuentas daba igual la edad que tuviesen, el que fueran tan jóvenes, lo único que importaba era que las habíamos amado y que no nos habían oído cuando las llamábamos”


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